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Devocional para Hoy! – 16 de Diciembre

 

“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” (Daniel 12:3)

Una mujer cafre pobre, inculta y sin instrucción, al enterarse del amor de Jesús, alegremente recibió la verdad; y cuando el Espíritu Santo hizo Su morada en su corazón, sintió el anhelo de salir a los miles de personas de su pueblo a su alrededor tiradas en el pecado y oscuridad. Ella no recibió educación, no tenía dominio del idioma para impartir la verdad bendita que había entrado en su vida, y no tenía forma de viajar, ni dinero para ayudarse. Pero ella tomó el pequeño folleto o tratado evangelístico que le había sido dado por el misionero viajante, y empezó a pie a difundir la luz del Evangelio.

Ella entraba en una aldea, iba directamente al jefe, y en silencio entregaba el tratado escrito en su propio dialecto. Él lo leía, luego mirándola directamente a los ojos, exigía saber acerca de este Jesús. Ella entonces decía, en palabras simples, lo que había sucedido en su corazón. Otros líderes eran llamados, el papel era leído y vuelto a leer, hacían más preguntas, y luego el poder de Dios se apoderaba de la gente. Ella simplemente esperó que Dios obre…

Cuando vio que la luz había llegado, con lágrimas cayendo, gritos de alegría a su alrededor, Jesús viniendo a los corazones de la gente, ella tomaba su tratado y en silencio iba a otro pueblo, comiendo lo que le había sido dado, no pidiendo ninguna ayuda o socorro. Esto se repitió una y otra vez hasta que la luz irrumpió en todo el país por millas alrededor, y muchas tribus y pueblos fueron traídos a Cristo.

Todo cristiano podría convertir muchos a la justicia si quisiera; pero muchos no toman su cruz. Cualquier persona puede dar un folleto a un inconverso, si no puede hablar ni una palabra. Despertemos a nuestras responsabilidades y oportunidades. No seamos siervos perezosos, perdiendo así nuestra corona. -Tratado- Desconocido

 

“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando
su señor venga, le halle haciendo así.”

¿Quién está, pues, dispuesto a velar y orar,
Y ser mano de obra para Jesús mientras
todavía es de día,
En carreteras y caminos para buscar la oveja perdida,
Aun cuando otros, en comodidad, pueden
dormitar y dormir.
En fortalezas de Satanás, un estandarte a levantar
Hasta que otros se unan a nosotros
para cantar Sus alabanzas;
Tan dulce viene Su susurro, pero urgente la llamada;
Hoy en día, ¿estás dispuesto a consagrar todo?
-Alfred Easterbrook- Desconocido

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