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Devocional para Hoy! – 17 de Diciembre

 

“Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.” (Isaías 41:13)

Estábamos fuera del vigésimo sexto túnel cuando el hombre de uniforme entró de nuevo, subió las persianas, abrió las ventanas, y, sonriendo, anunció: “¡No más túneles; todos terminaron!” Entonces el tren se detuvo en la estación terminal en el corazón de las montañas, y nuestro viaje terminó. Ante nosotros se extendía un panorama de tal belleza que las palabras no podrían describir. No seamos impacientes con Dios, sino entendidos que cada túnel tiene dos extremos, y que la Mano que nos hace entrar es la misma Mano de amor que nos sacará. Sí, y nos “sostendrá de la mano” mientras dure el viaje.

Dos jóvenes predicadores fueron enviados a pastorear ovejas en una ciudad occidental. Durante un tiempo todo fue muy bien. Sus iglesias estaban llenas y se salvaban almas. Pero lobos rapaces entraron e iniciaron problemas, por lo que ambos decidieron renunciar, una cosa tan fácil de hacer. Uno envió su carta de renuncia, y pronto las ovejas y corderos jóvenes estaban dispersos, las puertas de las iglesias cerradas, y las almas que venían a la luz se volvieron a la oscuridad, sin un líder.

El otro se fue a su estudio y escribió su renuncia para presentar a la Junta Oficial. Era invierno, y una rama de roble ardía en la chimenea. Cansado, se hundió en su gran sillón junto al fuego y se quedó dormido. Pero algo fuera de lo común sucedió. Al dormirse, soñó que un ángel entraba en su estudio, cargando una pesada cruz, y una corona engastada con piedras preciosas. Le dijo al joven predicador, “¿A quién tengo que dar tu cruz y tu corona?” Extendió la mano para tomar la corona de la mano del ángel, pero el ángel se apartó diciendo: “No hay corona sin cruz”.

Al despertar de su sueño, exclamó: “¡Devuélveme mi cruz, y ningún hombre tendrá mi corona!” Esa noche la Junta Oficial se reunió, y el pastor les dijo: “Pidamos a Dios que envíe un avivamiento”. ¡Y Dios lo hizo! Más tarde el joven fue enviado por su conferencia a un cargo de la ciudad. Una noche, durante un gran avivamiento en su iglesia, un hombre que llevaba un traje hecho jirones llegó llorando al altar. Esto es lo que dijo: “¡Oh, si yo hubiera sabido cómo quedarme quieto en mi túnel!” ¡Años desperdiciados! ¡Esperanzas devastadas! ¡Sin corona! Era el joven ministro que había abandonado su rebaño. “Dios tiene sus mejores cosas para los pocos que se atreven a resistir la prueba.” “¡Cuando el fuego está muy caliente, resiste!” -Tratado (Enviado por la señora Charles Cowman.)- [1870-1960, Lettie Cowman, sus libros eran devocionales que ella compilaba a partir de sermones, poemas, etc.]

 

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