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Devocional para Hoy! – 19 de Noviembre

 

“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” (Isaías 8:20)

En la historia de la experiencia interior nos encontramos con frecuencia relatos de personas cuyas vidas interiores correctamente pueden caracterizarse como extraordinarias. Ellas en sí se representan como teniendo extraordinarias comunicaciones –sueños, visiones y revelaciones. Sin detenerse a preguntar si estos resultados internos surgen de un estado excitado y desordenado del sistema físico, o de Dios, la observación importante que debe hacerse es que estas cosas, en cualquier grado que existan, no constituyen la santidad.

El principio, que es la vida de los cristianos comunes en su estado mixto común, es el principio que origina y sostiene la vida de aquellos que son verdaderamente “los puros de corazón;” es decir, el principio de la fe que obra por el amor que existe, en el caso de los mencionados, en un grado mucho mayor. Esta es, obviamente, la doctrina de Juan de la Cruz, que nos enseña que debemos caminar en la noche de la fe; es decir, con la noche que nos rodea que existe en consecuencia de toda nuestra ignorancia de lo que está ante nosotros, y con la sola fe, la fe en Dios, en su Palabra, y en su Providencia, para la guía del alma.

Una vez más, las personas que tienen, o se supone que tienen las visiones y otros estados notables a las que nos hemos referido, a veces dispuestos a hacer su propia experiencia, imperfecta obviamente, la guía de su vida que se considera como algo separado y por encima de la ley escrita. Mucho cuidado debe tenerse contra un error como este. La palabra de Dios es nuestra verdadera regla.

Sin embargo, no hay intérprete de la Palabra Divina como lo es un corazón santo. Si nos entregamos completamente a Dios, el Consolador tomará posesión de su morada en nosotros. En verdad las almas santas que continuamente buscan a Dios para una correcta comprensión de su Palabra, pueden confiadamente fiarse de que Él los guiará rectamente. Un alma santa, en el ejercicio de sus legítimas facultades de interpretación, puede deducir puntos de vista importantes de la Palabra de Dios, que de otro modo no se conocen; pero no puede añadir nada a ella.
-François Fenelon- Upham, Thomas C(ogswell). Life of Madame de la Mothe Guyon (Vida de Madame de la Mothe Guyon). Londres: Sampson Law Son & Co., 1862, p. 393-394.

En medio de cambiantes arenas de duda y miedo
Esta es la piedra de fundación;
Mi alma ha echado el ancla aquí;
Yo descanso en Tu palabra sola.
-Annie Johnston Flint, por derechos de autor (Con permiso de Evangelical Publishers, Toronto, Canadá.)

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