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Devocional para Hoy! – 20 de Noviembre

 

“…transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (Romanos 12.2)
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios…” (Romanos 8.7)

La mente carnal es muerte a todo el amor de Dios en el corazón. Aquí llegamos a la base de la investigación. Dios dijo: “… Los designios de la carne (la mente carnal) es enemistad contra Dios…” (Romanos 8.7). Es el alma y el espíritu de odio hacia Dios. Cualquier otra cosa, la mente carnal puede hacer, pero no amar a Dios. Del mismo modo, la mente carnal es muerte a todo verdadero gozo en el Señor. Además, la mente carnal es muerte para toda utilidad en la iglesia. Yo empleo la palabra “utilidad” de una manera inteligente y espiritual. Me refiero a la utilidad que trae gloria a Dios. Un orden inferior de utilidad exige una mente carnal. Podrán caer higos de los abrojos y uvas de los espinos, pero la utilidad no surgirá de una mente carnal. Nada más que la muerte es lo que siempre proviene de ella.

“Pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8.6). Una mente espiritual completa nuestra unión con Aquel que es la vida. Tiene que haber vida. Si pones una mano en mi corazón y la otra mano en mi muñeca, encontrarás que ambos latidos son iguales. Si uno es lento, el otro es lento. La conexión se completa con la arteria, y la vida fluye a través de ambos. Puedes quebrar el brazo en una docena de lugares, pero hasta que cortes la arteria, el latido va a continuar, y va a ser el mismo. Coloca una mano sobre el corazón de un hombre de mente espiritual, y pon la otra mano en el corazón del Salvador, y el latido es el mismo. Uno está en el trono de los cielos, y el otro está en la agitación de la tierra, pero la conexión es completa, y ni la distancia ni la agitación pueden variar un latido del corazón. Mil demonios pueden marchar entre nosotros y nuestra vida, pero el pulso no disminuirá. “…Y paz.” ¿Cómo podría ser de otro modo cuando el corazón se encuentra latiendo en el seno del Príncipe de Paz? ¿Seremos perturbados cuando Él dice: “Mi paz os doy?” “Estas cosas os he hablado para que tengáis paz.” “No se turbe vuestro corazón…” “No temáis”. No importa cuál sea la situación, no importa lo que enfrento, siempre y cuando no permita que la conexión se rompa, la paz prevalecerá.

Por último, ¿qué harás con la mente carnal? ¿Negarla? ¡Mejor toma medidas! El capitán de un buque malogrado estaba tan seguro de que estaba a salvo; entró en su cabina a dormir a las diez sin medir direcciones. En menos de una hora, había encallado. ¿Qué vas a hacer con la mente carnal? ¿Frenarla? ¡Cuando se pueda frenar un rayo! ¿Vas a domesticarla? Sabe esto: “Que cada tipo de animal y de aves, y la serpiente y las cosas del mar han sido domadas por la humanidad, pero la mente carnal ningún hombre puede domar.” ¿Qué vas a hacer? ¿Traerla bajo sujeción? “…porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;” (Romanos 8.7).

Aquí llegamos a la roca de fondo de nuevo. Millones de personas han probado el experimento de sometimiento, pero fueron sometidos por ella. Te dominará hasta tu tumba, si no te hunde en el infierno. Sólo hay una respuesta, destruirla. Debe ser exterminada. Puedes soñar con la supresión, pero es el mismo sueño viejo, y tendrá el mismo viejo despertar. Dirás que es un evangelio duro. Yo te digo, es un evangelio indescriptiblemente glorioso que la última cadena se rompa y camines por la tierra como un hombre libre. Esto es todo lo que quiero, y es lo menos que Dios ha prometido.
-B. H. Clendennen- La Escuela de Cristo – [1922-2009]

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