“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:10)

¿Por qué debería ser necesario que Jesús sufriera con el fin de ser hecho perfecto? Cuando nos damos cuenta de que en realidad ocupó el lugar del pecador en la cruz, tu lugar y el mío, y que a través de la fe en Su nombre bendito podemos salir libres, entonces vemos la necesidad de que el Cristo padeciese en la cruz por nosotros. Por lo tanto, como dice la Palabra: “Si sufrimos con Él, también reinaremos con Él”. Por lo tanto, si hemos de ser como Cristo, será necesario que pasemos por un crisol de sufrimiento de algún tipo para eliminar la escoria y de esta manera ser purificados.

Hay tanto del granito en la hechura común humana, que la “voluntad propia”, esa terca disposición, inflexible, que incluso a Dios le cuesta mucho con algunos de nosotros llevarnos al lugar donde Él tiene absoluta influencia en nuestras vidas. “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”. ¡Oh, qué pena ser una vid inútil, una herramienta inútil, tan aburrida y torpe que Dios no nos puede usar, tan carentes de simpatía y de discernimiento y conocimiento de Dios que no podemos ayudar a los desamparados ni consolar a los afligidos. Entonces, si ser inútil es una desgracia tal, encaremos la adversidad con valentía, sabiendo que, si llevada con paciencia, nos hará más y más “aptos para el uso del Maestro”.

Pero, ¿qué de las aflicciones que vienen sobre los viejos cuyos días de trabajo están a punto de terminar? ¿Qué pasa con los fieles cristianos que están profundamente desconcertados para conciliar sus largas agonías con la bondad de Dios? Tal vez Dios les está dando los últimos toques de gracia y belleza, para reflejar mejor Su imagen a través de las edades sin fin de la eternidad. ¡Qué poco nos damos cuenta de lo que significa eternidad! Y si, por años de sufrimiento paciente, Dios puede quitar la dureza de mi voz, y hacerla varios tonos más agradables para Él y más útil para los demás, seguramente el tiempo ha sido bien empleado.

Sin duda, Dios tiene otros usos para la adversidad que la de la formación para el servicio. En parte, puede ser para nuestro bien, y en parte por el bien de los demás, pero todo para la gloria de Dios. Una cosa es segura, que todo el dolor soportado por causa de Jesús nos lleva a la comunión más estrecha con Él. Entendemos sus sufrimientos como nunca antes. Apreciamos tanto su simpatía que parece incluso un dulce privilegio sufrir con Él.

No contemos nuestras aflicciones como desgracias, sino como símbolos de señal del amor de Dios, “Porque el Señor al que ama, disciplina.” (Hebreos 12:6)

Pruebas, cuando pesa gravemente, Sella la imagen del Salvador claramente En el corazón de todos Sus amigos. En el marco que Sus manos han moldeado La vida futura se desenvuelve- A través del sufrimiento que Él envía. —Autor Desconocido-