“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;” (Filipenses 2:5-7)

Nada en el Nuevo Testamento es más claro que el Señor Jesús esperando que tomemos la baja posición de siervos. Esto no es sólo una obligación adicional que podemos o no podemos asumir como se nos plazca. Es el corazón de esa nueva relación que el discípulo debe llevar a Dios y a sus semejantes si ha de conocer la comunión con Cristo y algún grado de santidad en su vida.

Cuando entendamos la lección de humildad y auto vaciamiento que implica ser realmente un siervo, se hace evidente que sólo aquellos que están dispuestos a vivir, definitivamente bajo la sombra del Calvario, que están siempre contemplando la humildad y quebrantamiento del Señor Jesús por nosotros, estaremos dispuestos a tomar esa posición.

Cuando llegamos al Nuevo Testamento, la palabra en el griego para el siervo del Señor Jesucristo no es “jornalero”, sino “siervo”. Esto es así para mostrarlo como que nuestra posición es aquella en la que no tenemos derechos y no hay atractivo, donde somos propiedad absoluta de nuestro Maestro, para ser tratados y estar a disposición como Él desee.

La baja posición que tomamos hacia el Señor Jesús es juzgada por Él de acuerdo con la baja posición que tomamos en relación con nuestros semejantes. Una falta de voluntad de servir a los demás en costosas formas humillantes, Él lo considera una falta de voluntad de servirle a Él. Por lo tanto, nos ponemos fuera de la comunión con Él. En el momento en que empezamos a murmurar, estamos actuando como si tuviéramos derechos, y un esclavo no tiene ninguno.

Esto, entonces, es el Camino de la Cruz. Es el camino que el Siervo humilde de Dios primero pisó por nosotros, y ¿no deberíamos, los siervos de aquel Siervo, andarlo todavía? ¿Parece difícil y prohibitivo este camino hacia abajo? Ten la seguridad de que es el único camino hacia arriba. Era el camino por el cual el Señor Jesús alcanzó el Trono, y es el camino por el cual también nosotros llegaremos al lugar de poder espiritual, autoridad, y fecundidad.
–Roy Hession, en “The Calvary Road (El Camino del Calvario)”. – (Con permiso de Christian Literature Crusade, Publishers.)

Así iba yo a vivir: aún ahora
No yo, sino Él,
En todo Su poder y amor,
A partir de ahora viviendo en mí.
–Desconocido– Caswall, Edward. Hymns and Poems, Original and Translated (Himnos y Poemas, originales y traducidos). Londres: Burns Oates & Co., 1873, pág. 238