“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1 Corintios 1:18)

Todo el mundo miró con desprecio – indignado por la audacia de unos humildes cristianos, afrontando y desafiando así a la “opinión pública” de naciones y épocas; atacando las religiones de la tierra con la cruz como única espada; derribando sus ídolos con esto como su único martillo; y con esto, como su sola palanca, ¡que propone poner el mundo al revés! A partir de ese día la cruz se convirtió en “un poder” en la tierra; un poder que salió, como la luz sin hacer ruido pero irresistiblemente derribando las religiones por igual, todos los altares por igual, todos los sagrarios por igual sin escatimar la superstición ni la filosofía.

Este poder permanece: en su misterio, su silencio, su influencia, permanece. ¡La cruz no se ha convertido en obsoleta! ¡La predicación de la cruz no ha dejado de ser potente y eficaz!

Hay aquellos que nos persuaden que, en esta era moderna, la cruz no está actualizada ni de moda, desgastada por el tiempo. Pero esto no nos sacude. Sólo nos lleva a abrazar la cruz con más fervor, y a estudiarla más profundamente, como encarnando en sí misma el evangelio que es a la vez sabiduría y poder de Dios.

Sin embargo, la cruz no está exenta de misterios.
Ilumina – sin embargo, se oscurece.
Es la vida – sin embargo, es la muerte.
Es el honor – sin embargo, es la vergüenza.
Es la sabiduría – pero también la insensatez.

Es… tanto el perdón y la condena;
la fuerza y la debilidad;
la alegría y la tristeza;
tanto el amor y el odio;
la medicina y veneno;
la esperanza y la desesperación.

Es la humillación de Cristo – ¡sin embargo, es su exaltación!
Es la victoria de Satanás – ¡sin embargo, es la derrota de Satanás!
Es la puerta del cielo – ¡y la puerta del infierno!

La cruz es la clave del carácter de Dios, su Palabra, sus caminos, sus propósitos. Es el resumen de toda la Biblia – ¡el epítome de la Revelación! 
–Horacio Bonar, The Surety’s Cross (La Cruz de la Certeza) [1808- 1889, clérigo escocés y poeta]

Envía cualquier cosa, pero oh envía esto:
Ni éxtasis de amor ni un beso de amante,
Sino la fuerza de conocer la alegría del sacrificio,
¡Para ver la vida más profundamente con los ojos abiertos!
Oh, que me concedas esto querido Dios,
A través de las lágrimas o las pérdidas
Que conozca el secreto gozoso
De Tu Cruz.
–Ralph Spaulding Cushman- Hilltop Verses and Prayers (Versos y oraciones de la cima). Nashville: Abingdon- Cokesbury Press, 1945, p. 99.