Devocional para Hoy! – 6 de Noviembre
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9)
La Señorita Higgins, de Australia, fue otra que recibió la abundancia de la gracia, y por lo tanto “reinó en vida”. A la edad de dieciocho años ella fue presa de una enfermedad terrible, y el médico dijo que para salvar su vida, debía quitársele el pie. Entonces ambos pies se fueron. La enfermedad continuaba. Le retiraron las piernas hasta las rodillas. Aún así la enfermedad hacía estragos; los cirujanos cortaron hasta el tronco. Luego sus manos quedaron afectadas; luego un brazo hasta el hombro, y luego el otro se enfermó y fue desmembrado. Un ministro, después de llamarla dijo: “Durante quince años ha sido sólo un pedazo de humanidad; sólo un tronco. Fui a ofrecerle consuelo, pero yo no le ministré a ella, sino ella a mí”. Ella estaba en la cama un día y le pregunté qué podía hacer una mujer desmembrada y sin articulaciones en su cuerpo. A continuación, una inspiración vino a ella, y ella hizo venir un amigo que era carpintero y montó una almohadilla para el hombro. Luego de eso, otro, y una pluma estilográfica, y ella comenzó a escribir cartas con eso. Ella no tiene ninguna articulación para ayudar a su escritura, así que escribió con todo el cuerpo. Me comprometo a decir que no hay ninguna mujer que podría escribir una carta ni la mitad de bien, desde el punto de vista de la caligrafía, como lo hacía la Señorita Higgins en mi presencia. Casi como cobre. Y ella tenía entre 1.500 y 1.600 cartas de personas que habían venido a Cristo a través de las cartas que ella había escrito de esa manera, desde esa habitación. Yo le dije: “¿Cómo lo haces?” Ella sonrió y respondió: “Bueno, usted sabe que Jesús dijo que los que creían en Él, de ellos correrían ríos de agua viva”. En lugar de convertirse en un alma amarga, hosca, deformada, llena de autocompasión y de mal humor, ella se había convertido en participante de la naturaleza divina y de la gracia de Dios, por lo que su vida era un verdadero “huerto de riego”. Su Gracia no tiene ninguna medida; es sin límites, ¡sin límites! –Esther Kerr Rusthoi, en “Amazing Grace”–
¡Extraño regalo de verdad! Un aguijón para pinchar,
Para perforar en lo más vivo.
Para causar sensación perpetua de dolor.
¡Extraño regalo! Y, sin embargo, fue dado para ganancia.
Inoportuno, pero llegó para quedarse;
Tampoco podría irse con oración.
Llegó a ocupar el lugar planeado por Dios
Un enriquecedor medio de vida de la gracia.
Oh, santo muy tratado, con el corazón desmayado,
La espina con su perdurable pinchazo,
Con todo su desgaste, dolor incesante,
Puede ser tu medio de ganancia, no tiene precio.
Y así sea cualquiera que sea tu aguijón,
De Dios acéptalo de buen grado.
Pero cuenta con Cristo, Su Vida, Su poder
Para guardarte en tu hora más difícil.
Y seguro tu vida será más rica;
Su gracia suficiente otorgará.
–J. Danson Smith–
[Poeta, contemporáneo y amigo de McCall Barbour]